Según Mercante el método es el procedimiento utilizado para llegar a un fin, este era el aprendizaje. según su pedagogía, la metodología era la parte más importante incluía tanto los principios comunes sobre el edificio, el aula, el profesor, el alumno, el material y la organización de la enseñanza, determinados por la psicología, como los principios especiales de cada materia, que comprenden la doctrina, el programa, las lecciones, los horarios, las estrategias, a cuya definición contribuirá la psicopedagogía. Para definir el método, era necesario apelar a la ciencia, pero Mercante creía que sus aportes debían revisarse a la luz de las necesidades de la enseñanza. En este y otros sentidos, su pedagogía marcó distancias con el reduccionismo. Planteó un conjunto de leyes de la enseñanza, que serían los principios configuradores de la acción docente. Entre ellos, destacamos por su importancia político-educativa los siguientes:
Ley de universalidad: decía Mercante que “todos tienen la necesidad y el deber de aprender, y aptitudes para aprender, contra prejuicios vulgares o de otra época que
sostenían que ciertas clases no debían instruirse o educarse.”
· Ley de integridad: la educación debía propender a la integridad psicológica del educando y a la integridad de los conocimientos.
· Ley de proporcionalidad: la enseñanza debería organizarse en función de la edad, los sexos, las necesidades y el tiempo de que se dispone.
· Ley de unidad del saber: las doctrinas se complementan, y los fenómenos de diversa
índole pueden reducirse, por vía del análisis, a una causa única y general de carácter físico.
· Ley de educación metódica: debería investigarse cómo proceden las facultades en el conocimiento de cada clase de objetos, para adaptar los métodos a cada tipo de facultad.
· Ley de autonomía: el docente debe consultar la vocación permanente, las disposiciones pasajeras, las modalidades y opiniones de los alumnos, y tender a que los alumnos piensen y actúen de manera autónoma se notan aquí rasgos distintivos de la corriente pedagógica normalista, las exclusiones eran mayormente por sexo y por clase, y las mediciones se realizaban según las mediciones de inteligencia, basadas en el desarrollo de la inteligencia matemática.
Mercante planteó la adecuación de los métodos a las edades y características de los alumnos, y a los ámbitos de saber específicos. La consideración de la vida afectiva e intelectual de los educandos, y el objetivo de incrementar su autonomía, fueron también postulados caros a la renovación de la pedagogía de los años veinte y treinta, que no tuvo en Mercante a uno de sus protagonistas.
Ley de universalidad: decía Mercante que “todos tienen la necesidad y el deber de aprender, y aptitudes para aprender, contra prejuicios vulgares o de otra época que
sostenían que ciertas clases no debían instruirse o educarse.”
· Ley de integridad: la educación debía propender a la integridad psicológica del educando y a la integridad de los conocimientos.
· Ley de proporcionalidad: la enseñanza debería organizarse en función de la edad, los sexos, las necesidades y el tiempo de que se dispone.
· Ley de unidad del saber: las doctrinas se complementan, y los fenómenos de diversa
índole pueden reducirse, por vía del análisis, a una causa única y general de carácter físico.
· Ley de educación metódica: debería investigarse cómo proceden las facultades en el conocimiento de cada clase de objetos, para adaptar los métodos a cada tipo de facultad.
· Ley de autonomía: el docente debe consultar la vocación permanente, las disposiciones pasajeras, las modalidades y opiniones de los alumnos, y tender a que los alumnos piensen y actúen de manera autónoma se notan aquí rasgos distintivos de la corriente pedagógica normalista, las exclusiones eran mayormente por sexo y por clase, y las mediciones se realizaban según las mediciones de inteligencia, basadas en el desarrollo de la inteligencia matemática.
Mercante planteó la adecuación de los métodos a las edades y características de los alumnos, y a los ámbitos de saber específicos. La consideración de la vida afectiva e intelectual de los educandos, y el objetivo de incrementar su autonomía, fueron también postulados caros a la renovación de la pedagogía de los años veinte y treinta, que no tuvo en Mercante a uno de sus protagonistas.