Mercante es, a nuestro entender, un "disidente" de la ortodoxia humanista, no solamente porque se plantee incorporar al trabajo como contenido educativo, sino sobre todo porque intenta articular un nuevo código de determinación curricular: la ciencia pedagógica, psicológicamente fundada. Como vimos, los humanistas se apoyaban en la tradición y en una vieja psicología de las facultades; la didáctica normalizadora consideraba que la educación era ante todo una cuestión de Estado. Para Mercante, en cambio, el eje debía buscarse en el estudio psicológico del niño y del púber: eran ellos los que determinaban los alcances y límites de la acción escolar. Probablemente esta convicción en la ciencia como última legitimación de la acción escolar se haya agudizado ante el rechazo de su proyecto de reformas: el éxito científico era un buen refugio para el fracaso político.'" pero creemos que ya estaba presente en la reforma que quería imponer”.